Había una vez en un mundo griego dos dioses que se disputaban la supremacía sobre la naturaleza y el comportamiento de los hombres. Estos eran Boreas, el viento del norte y helios el sol. Bóreas era hijo del titán Astreios creador de las estrellas y los planetas y Eos la diosa de la mañana. De la unión de Astreious y Eos nacieron los cuatro vientos cardinales. El mayor de todos era Boreas el Viento del norte, que traía consigo el frío del invierno. Como Bóreas era muy poderoso y llegaba a dominar el mundo conocido por más de medio año era igualmente soberbio y orgulloso.
Bóreas se paseaba por el mundo llevando consigo el poder del viento frío. Un día se encontró en su deambular con el helios el sol.
Helios era hijo de el titan Hyperion y la titanida Theia representante de todo lo que brilla. Helios igualmente era un dios prepotente y orgulloso que se jactaba de recorrer diariamente el cielo llevando energía y calor a los seres humanos.
Bóreas observaba como Helios recorría el cielo y como los hombres le agradecían su brillo durante todo el día. Por su parte Boreas se limitaba a salir de sus tierras en el norte y soplar con gran energía su viento frio para crear el invierno y la nieve que muchas veces atormentaba a los seres humanos y los animales.
Ambos se consideraban así mismos poderosos como ningún otro.
Hasta que un día los dos decidieron probar quien era el más fuerte e idearon una forma indirecta de demostrarlo.
Notaron que todos los días un campesino salía con sus ovejas llevándolas monte arriba. Para probar su fortaleza tramaron la siguiente prueba.
Ambos iban a esperar que el campesino saliera de su casa y a mitad de camino cada uno trataría de quitarle la capa que siempre lo acompañaba en su trayecto hasta la cima. Aquel que lograra quitarle la capa demostraría que era el más poderoso y fuerte de los dos.
Bóreas tomó la delantera y comenzó a soplar con fuerza sobre los campos por donde deambulaba aquel pastor. El pastor extrañado por la fuerza y el frío de aquel viento se aferró a su capa con todas sus fuerzas y Boreas aumentó su empuje casi haciéndolo caer, pero el pastor decidido a contrarrestar el viento frio cerró su capa con más fuerza y pese a que Boreas casi lo hacia caer tomó otro manto que llevaba en el bolso y se lo hecho encima y jamás permitió que su cuerpo enfrentara el frio y el viento sin abrigo alguno. Frustrado por la reacción de aquel pastor, El viento del norte dejó de soplar.
Y le llegó el turno a Helios. Este tomo una estrategia diferente, aprovechando el momento comenzó a salir lentamente de entre las nubes traídas por Boreas y comenzó a brillar inicialmente con cierta moderación y dejó caer sus rayos de luz sobre el cuerpo protegido de aquel pastor. El pastor comenzó a sentir el aire cálido del sol y lentamente se fue despojando de su cobertor y el sol siguió aumentando los rayos y el un calor mayor fue invadiendo al pastor, hasta que sorprendido por el aumento continuo de calor decidió quitarse su capa de pastor y desnudo saltar a un lago próximo para refrescarse.
Boreas reconociendo su derrota comenzó a retirarse rápidamente mientras helios sonriente le recordaba que siempre es mejor la persuasión que la fuerza para obtener los objetivos.