Había una vez en la muy señorial población de Segovia, España una joven que trabajaba como empleada de una familia muy rica. La familia vivía en la parta alta de Segovia, cerda a lo que hoy se conoce como el alcaza. Todos los días la joven debia salir muy de madrugada hasta el manantial de Fuenfria que quedaba al otro lado de la población a recoger agua con tinajas de barro. Siendo las tinajas de por si pesadas cuando se llenaban de agua su peso se hacia insoportable y mas aun cuando tenia que subir toda la cuesta hasta la altura de la parte alta de la población.
La joven despues de algunos meses cargando agua una y otra vez durante todos los días se encontraba frustrada por lo exigente de su labor. Por lo que de camino a la fuente de agua solia maldecir su suerte y rogaba por encontrar una solución para no tener que cargar mas el agua hasta la casa de sus amos.
De pronto en uno de sus viajes, temprano en la mañana, vio como un hombre se encontraba sentado en la fuente del agua. La joven quedo encantada con de la presencia física de aquel hombre. Un hombre con tez canela, alto, cubierto por una capa oscura y una mirada profunda e inquietante. Cuando se acerco a la fuente para recoger el agua en su primera tinaja escucho que el hombre con voz profunda le decía.
Que te acontece mujer. Por que estas tan alterada.
La joven abrumada por la voz de aquel hombre misteriosos solo dijo.
Lo siento mucho. Solamente es que todos los días tengo que recorrer la distancia desde la casa hasta aquí y recoger dos tinajas de agua y llevarlas de vuelta, subiendo la cuesta hasta la parte alta de la población. Y con el calor que hace algunas veces llego casi muerta.
El hombre le sonrio con unos dientes blancos perfectos y su cara se ilumino y luego le dijo. Yo tengo la solución a tu problema bella dama, pero a cambio te propongo un intercambio.
Un intercambio. Contesto la muchacha. No puedo darte nada a cambio. Yo soy muy pobre.
El hombre sonrio de nuevo y le dijo. Es simple yo no necesito nada material a cambio de mis buenos oficios. Solamente necesito tu alma.
La joven, como buena católica, sabía que solamente el diablo podría estar interesado el su alma se asusto pero la curiosidad le pudo mas y le dijo.
Y como puedes ayudarme tu a cambio de mi alma.
Pues yo te construiré un acueducto desde esta fuente de agua hasta la parte alta de Segovia y allí tu gente solo tendrá que recoger el agua sin necesidad de venir por ella y especialmente sin subir la dura cuesta que se requiere.
La joven aun asustada, pero encantada por la idea de no tener que volver a recoger el agua siguió tentando su suerte en el trato con el diablo y le dijo.
Veamos, podría estar interesada en algo asi, pero no estoy dispuesta a tener que seguir viniendo durante semanas o meses mientras tu construyes algo asi. Yo no quiero volver mañana a recoger agua aquí en la fuente.
El diablo sonrio de nuevo y le dijo.
No hay problema mujer. Yo podre construir el acueducto esta noche. Y mañana cuando salga el sol y el gallo cante estará totalmente terminado y tu deberas darme tu alma cuando mueras.
La joven que conocía palmo a palmo el recorrido entre la fuente y la parte alta de Segovia, sabía que sería imposible construir un canal de tal longitud en una noche acepto el trato e inmediatamente el hombre desapareció.
De regreso a la casa con las tinajas con agua, pensaba en lo que le había sucedido y pensó que finalmente no pasaría nada por que era simplemente imposible.
Cuando cayo el sol y todos los habitantes de Segovia se retiraron&