Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

392. La mariposa blanca (Leyenda Japón)

October 05, 2022 Juan David Betancur Fernandez Season 5 Episode 25
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
392. La mariposa blanca (Leyenda Japón)
Show Notes

Había una vez en el antiguo Japón un anciano llamado Takahama que era reconocido como un hombre justo y sabio. Takahama vivía en una casa humilde que quedaba en la entrada de el cementerio del pueblo. Se sabía que este anciano había vivido allí desde muy joven y también se sabía que Takahama nunca se había casado y nadie recordaba haberle visto ninguna mujer que lo acompañara. La verdad es que la vida de este hombre era un misterio para todo el pueblo. 

 

El día a día de Takahama era en cambio conocido por todos ya que de tanto repetir y repetir su rutina diaria todos sabían aproximadamente la hora del día solamente observando donde se encontraba y que hacia el señor Takahama. Su rutina era exacta desde que se tenia memoria. El señor Takahama se levantaba a las 8 de mañana y desayunaba a las 8:30 en la puerta de su hogar, donde todos lo podían ver. Luego a las 9:30 se levantaba y tomando una escoba limpiaba el frente de su casa llegando hasta la puerta del cementerio. Terminaba de hacerlo a las  hasta las 10:30 de la mañana, a esta hora  entraba de nuevo a su casa, se arreglaba y a las 11:00 en punto salia a paso lento hasta el parque del pueblo donde los tenderos tenían instalado sus ventas. 

 

El señor Takahama recorría pacientemente una a una los ventorrillos de flores y seleccionando con ojos de experto las rosas, escogía una docena de ellas, todas blancas y perfectas en apariencia. A las 12:00 del día, después de haber seleccionado y comprado las rosas, caminaba lentamente, meditando y orando hasta la puerta de aquel cementerio que quedaba al frente de su casa. Allí abría la puerta de acceso al cementerio y caminando se perdía en la infinidad de tumbas que allí se encontraba. 

 

Nadie nunca se atrevió a seguirlo o mirar siguiera hacia donde se dirigía, pero todos sabían que a las 2:00 p.m. Takahama saldría de el cementerio, sin las flores y con una expresión de paz en su cara. 

 

Luego entraría a su casa, se prepararía el almuerzo, y se sentaría en la puerta,. Siempre mirando la entrada de aquel cementerio. Allí pasaría toda la tarde hasta las 7:00 pm. Momento en el cual entraría a su casa, después de hacer vigilia durante toda la tarde. En aquel momento, se instalaría en la ventana de su cuarto hasta las 12:00 de la noche mirando la puerta del cementerio. Al finalizar el día, cerraría las ventanas y puertas y se acostaría a dormir hasta el nuevo amanecer. 

 

Esa era la rutina y siempre era igual. 

 

El señor Takahama era muy venerado en el pueblo, ya que desde su pórtico que miraba al cementerio siempre recibía a los habitantes que le querían consultar algo. Con los años y las reflexiones, se había vuelto una persona sabía y siempre daba buenos consejos. Siempre respondiendo con amabilidad y cortesía, pero siempre con los ojos puestos en aquel cementerio. 

 

Un día y debido a su avanzada edad, el señor Takahama se sintió enfermo y no se levanto a las 8:00 en punto como solía hacerlo y no salió a desayunar al pórtico y no salió a limpiar al frente de la casa. Esto fue notado por algunos vecinos e inmediatamente se acercaron a su casa y lo vieron acostado en su cama. Asustados fueron a un pueblo vecino y contactaron con una hermana, igualmente de edad que envió a un hijo a que visitara a su tío y lo cuidara. 

 

El joven llego raudo a la casa de aquel anciano Takahama y se instaló en su casa. El viejo lo recibió y le pidió que lo sentara todo el día frente a la ventana que daba a el cementerio. Su sobrino lo cargaba a una silla y allí lo acompañaba hasta la noche.  Así pasaron los días y las noches. 

 

Una mañana cuando el joven instalo a su tío frente a la ventana y abrió esta para que el viento de la mañana refrescara, vio como una mariposa blanca trataba de entrar en la habitación. El sobrino molesto comenzó&