Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

545. Pigmalión y Galatea

March 20, 2024 Juan David Betancur Fernandez Season 6 Episode 79
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
545. Pigmalión y Galatea
Show Notes

Juan David Betancur Fernandez

Había una vez en Chipre un rey que se llamaba Pigmalion. Este rey era un hombre muy afortunado ya que gracias a su linaje y a su riqueza tenía todo lo que pudiera desear. Sin embargo este rey había crecido con un rasgo de personalidad que lo hacia difícil. Pigmalión era muy exigente y muy meticuloso en todo. Su concepto de perfección era exactamente eso. Perfecto. 

 

Todo su palacio era absolutamente impoluto y todos los que lo rodeaban tenían que ser y actuar con la mayor pulcritud y elegancia. No permitía ningún error de ningún orden. 

 

El rey igualmente tenía un sueño. Encontrar una mujer que fuera perfecta. Todas las mujeres que le llevaban para que fueran su consorte tenían alguna característica que a el no le gustaba. O eran muy altas, o muy bajas, o muy quisquillosas o abandonadas o muy caprichosas o muy poco elegantes o simplemente tenían alguna imperfección física o espiritual que inmediatamente lo desilusionaba. 

 

Por su corte pasaron cientos si no miles de mujeres y ninguna era capaz de pasar el meticuloso examen que el rey exigía. Algunas veces simplemente se resignaba y pensaba que pasaría su vida solo. 

 

Pigmalion tenía un arte oculto que pocos conocían. En esas tardes solitarias se encerraba en su taller a esculpir y un día inspirado por las diosa afrodita que protegia su isla, decidio crear una figura totalmente perfecta. Una mujer de mármol sin ninguna falta. Durante más de un ano entraba todos los días a su taller y con martillo y cincel en mano trabajaba sobre aquel frio y duro material hasta que por fin pudo crear su obra perfecta. Allí estaba la imagen de la mujer más delicada, bella y pura que se hubiera podido crear. Sus facciones, cuerpo, porte y mirada eran absolutamente perfectos, rivalizando con los de la misma afrodita. 

 

A partir de ese momento el rey el rey pigmalion entraba todos los días a admirar su creación. Tal era la perfección de su obra que lentamente, día tras día, se fue enamorando de su figura de mármol. Pero ella seguía siendo simplemente una estatua. Fria y dura. 

 

En su desespero pigmalion recurrió a la diosa afrodita y prometiéndole grandes festividades y honores le pidió que hiciera de esa mujer a la que el llamaba Galatea un ser de verdad. 

 

Y afrodita oyó a su servidor y decidio cumplirle el deseo. Un día cuando Pigmalion entro en su taller y se acercó a su estatua de mármol y cariñosamente la beso en los labios, sintió que la estatua ya no tenía el frio toque del mármol sino que sus labios eran suaves y tiernos como si fueran humanos. Volvió a besarla de nuevo y de nuevo sintió pasión en ella. Galateo abrió los ojos y todo su cuerpo comenzó a moverse. Pigmalion tenía ante si la más perfecta de las mujeres gracias a Afrodita. 

 

Con los días el rey comenzó a conocer con más detalle a su bella Galatea y su amor fue creciendo y creciendo a cada instante. Galatea era exactamente lo que el estaba buscando. Galatea era extremadamente bella, era delicada, amorosa y especialmente inteligente. El mundo de este rey era simplemente aquella joven Galatea. 

 

Por su parte Galatea fue desarrollando igualmente un amor profundo por su rey y creador. Durante horas se sentaba a esperarlo y cuando este llegaba a verla su corazón de mármol saltaba de felicidad, sus horas de espera se desvanecían y simplemente se dedicaba a cubrirlo con amor y caricias. Todos los momentos que pasaban juntos la llenaban, no había para ella nada más importante.

 

El rey que siempre había sido muy critico con las imperfecciones humanas estaba en total extasis de ver que si era posible la perfección en una mujer. Ella siempre estaba allí, ella siempre lucia perfecta, ella siempre tenía la palabra exacta para el. Todas las labores que el le encomendaba ella las hac