Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

308 c. La canción de Navidad (Charles Dickens) 3/5

December 22, 2021 Juan Betancur Season 4 Episode 39
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
308 c. La canción de Navidad (Charles Dickens) 3/5
Show Notes

El señor Scrooge se despertó en medio de un ronquido enorme. Justo un instante después, la campana de la torre comenzó a anunciar la medianoche. La habitación se había inundado de una luz fantasmagórica que parecía emanar de la habitación contigua. Scrooge abrió la puerta de su alcoba y, al otro lado, encontró a un espíritu gigante y bonachón. La luz emanaba de una antorcha que sujetaba en una mano.

– Soy el Fantasma de las Navidades Presentes. ¡Agarra mi túnica! – le ordenó.

Scrooge obedeció y, al instante, ambos se encontraban en las concurridas calles de Londres. Era el día de Navidad. A pesar de que la mañana era triste y gris, el trasiego y el buen humor de la gente creaban un ambiente de alegría. De pronto, de todas las calles, callejuelas y callejones comenzó a salir mucha gente pobre que llevaba a hornear sus escasos alimentos a los hornos de las panaderías. El espíritu, al pasar, rociaba esas comidas con incienso de su antorcha. Y aquellas personas, a pesar de que eran víctimas del frío y del hambre, se llenaban de alegría navideña.

El espíritu lo condujo hasta una de las casas e invitó a Scrooge a mirar a través de la ventana. Allí, en una humilde cocina, estaba su empleado, Bob Cratchit, junto con su mujer y sus cinco hijos. Todos se habían arreglado mucho, a pesar de que sus ropas eran tan viejas y estaban tan remendadas que parecía como si la tela se fuera a deshacer de un momento a otro. Pero sin duda, el que peor aspecto tenía era el pequeño de la familia. Estaba muy pálido y ojeroso, de tono enfermizo. Tenía una sujeción de hierro en la pierna y caminaba con la ayuda de una muleta. Se llamaba Tim.

– Espíritu, dime si el niño se pondrá bueno – suplicó Scrooge.

– Veo un sitio vacío cerca de la chimenea y una muleta sin dueño. Si nada cambia, el pequeño Tim morirá. – respondió el espíritu.

– ¡No! ¡No quiero creerte! ¡Dime que se salvará!

En ese momento, la señora Cratchit apareció con el pavo. Todos se sentaron a la mesa, aplaudiendo y gritando de alegría. Parecía que no se dieran cuenta de que el pavo asado era tan pequeño y famélico que no habría sido suficiente ni para una sola persona. Bob propuso un brindis.

– ¡Feliz Navidad! Brindo por nuestra maravillosa familia – dijo Bob. Y, haciendo una pausa, continuó: – Y brindo también por el señor Scrooge. Gracias a él podemos darnos este festín.

El señor Scrooge bajó la cabeza, avergonzado y arrepentido, justo al tiempo que la señora Cratchit decía, muy indignada:

– ¡Sí! ¡Menudo festín opulento, el nuestro! -estaba tan enfadada que su cara se había puesto roja. -¡Ójala le tuviera delante ahora mismo para poder decirle cuatro cosas!

– Querida, que es Navidad… -le recordó Bob.

A regañadientes, la señora Cratchit levantó el vaso y todos brindaron.

– Brindo a su salud sólo porque es Navidad.

En ese instante, el espíritu agarró a Scrooge de la mano y lo elevó por el cielo. Aparecieron en una hermosa y acogedora sala en la que otra familia celebraba, con entusiasmo, la Navidad. Scrooge reconoció la risa de su sobrino. Era la comida a la que no había querido asistir.

– ¡Como os lo cuento! – reía su sobrino – ¡Me dijo que la Navidad eran paparruchas!

– ¡Ese hombre me pone de los nervios! – contestó la sobrina.

– Pues a mí lo que me da es pena. Es él quien sufre por sus manías.

– Peor para él, se ha perdido una fantástica fiesta.

Y efectivamente lo fue. Después de cenar charlaron un rato y rieron haciendo numerosas bromas sobre el señor Scrooge. La sobrina tocó el piano y todos cantaron. Después, jugaron a las “Veinte preguntas”. Para entonces, el señor Scrooge estaba totalmente integrado en la cena y, sin acordarse de que no podían verle ni oírle, respondía a las preguntas que se sabía en voz muy alta. El fantasma se alegró de verlo tan contento, pero le anunció que tenían que irse. Entonces el sobrino propuso un brindis.

– Brindo por el tío Scrooge, qu