Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

308 d. La canción de Navidad (Charles Dickens) 4/5

December 23, 2021 Juan Betancur Season 4 Episode 40
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
308 d. La canción de Navidad (Charles Dickens) 4/5
Show Notes

El fantasma se le acercaba lentamente envuelto en un aura de sombras y misterio. No se veía nada de él, tan sólo una mano que llevaba estirada hacia adelante.

– ¿Eres el Fantasma de las Navidades Futuras? -preguntó Scrooge, lleno de temor.

El espíritu nada contestó.

– Me enseñarás aquellas cosas que aún no han ocurrido, ¿no es así?

El espíritu hizo un leve asentimiento de cabeza, pero continuó completamente mudo.

Scrooge se estremeció al pensar que, detrás de aquella impenetrable capucha se ocultaban unos aterradores ojos.

– ¡Fantasma del futuro! ¡Me provocas más temor que ningún otro! – exclamó Scrooge, y suplicó: -¡Vamos, Espectro, muéstrame aquello que no quiero ver! ¡Acaba con esto cuanto antes!

La ciudad de Londres apareció de pronto, rodeándolos. Estaban en el mismísimo centro de la ciudad. Los comerciantes iban de un lado para otro. Se escuchaba el tintinear de las monedas en sus bolsillos. El fantasma se detuvo junto a un grupo de hombres de negocios y los señaló con la mano. Scrooge se acercó a ellos para escuchar de qué estaban hablando. Al parecer, un hombre había muerto, y aquellos caballeros discutían sobre cuál había sido el motivo y a quién había legado su fortuna. Todos coincidían en algo: el hombre muerto no les importaba nada, era un viejo diablo, sólo acudirían al funeral porque darían de comer. Dicho esto, los hombres se marcharon. Scrooge los conocía a todos y miró, intrigado, al fantasma, en busca de una explicación. Pero el espíritu no dijo nada, se limitó a señalar con el dedo a otros dos hombres, muy ricos, que conversaban entre sí sobre lo mismo. Scrooge estaba desconcertado: ¿a qué muerto se referirían? Tal vez hablaban de Marley. No, no podría ser, la muerte de Marley pertenecía al pasado y ahora… ahora estaban en el futuro.

El señor Scrooge miraba entre el gentío, intentando encontrar a su yo del futuro para tratar de conseguir una pista, cuando el escenario cambió por completo. Scrooge retrocedió, aterrorizado. Estaban junto a una cama. En ella, tapado con una sábana de pies a cabeza, yacía el hombre muerto. Nadie lloraba por él. Ninguno de los presentes pronunció hacia él una sola palabra amable. Parecía que no habían acudido a velar al difunto, sino más bien para asegurarse de que realmente estaba muerto.

– ¿Quién es este hombre?

El silencioso espíritu le animó, con un gesto, a tirar de la sábana y descubrir su rostro. Pero Scrooge se negó, horrorizado.

– ¡Oh, espectro! Si hay alguien en todo Londres que sienta pesar por la muerte de este hombre, muéstramelo, por favor!

El fantasma le mostró distintas escenas del futuro, pero en ninguna de ellas nadie daba muestras de echar de menos al muerto, ni pudo averiguar de quién se trataba. Tampoco vio Scrooge ni rastro de su yo futuro.

– Espíritu, dime quién era el hombre muerto que hemos visto.

El fantasma lo condujo hasta su despacho. Scrooge tuvo la sensación de que habían cambiado de época futura. A través de la ventana, el viejo contempló un despacho que no era el suyo. Los muebles habían cambiado y el hombre que se sentaba tras la mesa, no era él. El escenario cambió de nuevo. Ahora se encontraban frente a una verja de hierro. Era la puerta que daba paso al cementerio. El espíritu extendió su mano y señaló una lápida. Atemorizado, leyó la inscripción que había grabada en la tumba: EBENEZER SCROOGE.

Scrooge cayó de rodillas.

– ¿Yo era el muerto? ¡No, no no! ¡Espectro! -suplicó, agarrándose fuertemente a su túnica – Ya no soy el que era, he cambiado. Dime que aún estoy a tiempo de cambiar mi destino. Me convertiré en un hombre bondadoso, honraré la Navidad.

La túnica del fantasma comenzó a encogerse hasta convertirse en el pilar de una cama.