Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

565. Surro Sanke (Africa)

Juan David Betancur Fernandez Season 6 Episode 99

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Juan David Betancur
elnarrodororal@gmail.com

En una época donde el sol besaba la tierra con su calor y las estrellas guiaban a los viajeros en la inmensidad de la noche, existía un reino en lo más profundo de África, gobernado por un rey sabio y venerado. En este reino, entre sus valientes guerreros, destacaba uno cuyo nombre era sinónimo de honor y valentía: Surro Sanke. Su fama no conocía fronteras, y su corazón, tan vasto como las llanuras que protegía, era el refugio de su gente.

Surro Sanke no solo era el brazo derecho del rey, sino también su amigo más cercano. Juntos habían enfrentado innumerables desafíos, y juntos habían triunfado. Pero como todas las cosas bajo el sol, la vida del rey llegó a su ocaso, y con su último aliento, confió su reino y su legado a su joven hijo.

El nuevo rey, sin embargo, no compartía la admiración que su padre sentía por Surro. Los celos carcomían su alma, y en su corazón se gestaba un deseo oscuro: deshacerse del héroe que tanto había amado su padre. Pero Surro Sanke era amado por el pueblo, y cualquier acción en su contra podría encender las llamas de la discordia.

Un día, Surro Sanke, cuya sabiduría igualaba su valentía, decidió confrontar al joven rey. “Tú anhelas mi muerte,” dijo con la serenidad de quien conoce su destino, “pero te propongo un trato. Una apuesta que, de perder, me entregaré a ti sin resistencia. Pero si gano, jurarás no atentar contra mi vida.”

El rey, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, aceptó. Tu dices que nunca mientes y que nunca tienes miedo, si te demuestro que has mentido o que has sentido miedo, tu vida será mía,” declaró con voz firme.El guerrero acepto inmediatamente el desafio.

 

El rey, con su alma retorcida por celos oscuros, ideó un plan maestro para desacreditar al valiente Surro ante su pueblo.

“Mañana, cuando Surro venga a buscarte, promete seguirlo,” instruyó el rey al jefe de una aldea distante. “Pero en lugar de eso, quédate en tu hogar. Así, cuando Surro regrese y diga que vienes, estará mintiendo.” El jefe asintió, comprometiéndose a la artimaña real.

El rey, no satisfecho con una sola trampa, convocó a sus soldados. “Escondedse en el camino y disparad a Surro cuando pase. Pero que vuestras armas solo contengan pólvora, pues quiero que Surro admita su derrota, no su muerte.”

Al amanecer, Surro Sanke fue llamado por el rey y enviado a la aldea. En su viaje, fue recibido por una lluvia de disparos. Con la calma de un río profundo, Surro detuvo su marcha. Con su arco y tres flechas, respondió a la emboscada, y tres soldados cayeron.. Cuando estaba a punto de lanzarse sobre otro para iniciar una lucha cuerpo a cuerpo, los soldados, asustados, escaparon hacia la ciudad. Noventa y siete hombres se presentaron ante el rey. -Puedes ordenar matar a ese hombre -le dijeron. Pero asustarlo... ¡eso es imposible! No tiene miedo de nada.

Surro, sin perder un ápice de su serenidad, llegó a la aldea y habló con el jefe, quien fingió prepararse para el viaje. “Adelántate, te alcanzaré,” dijo el jefe, pero una vez Surro se fue, el jefe se quedó en su casa.

De vuelta en el palacio, el rey preguntó con impaciencia si el jefe venía. “Quizás sí, quizás no,” respondió Surro, su voz tan firme como la verdad. “Cumplí tu orden, pero no puedo saber si él cumplirá la suya.”

El rey, frustrado y confundido, no pudo más que aceptar la astucia y la integridad de Surro Sanke. El héroe no solo había evitado las trampas, sino que también había demostrado su inquebrantable valor y honestidad. Y así, la leyenda de Surro Sanke creció aún más, como un árbol cuyas raíces se hunden profundamente en la tierra de su amado reino.

El rey estaba furioso. Ninguna de sus trampas había dado res

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