Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
6. La leyenda del puente de Toledo
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Había una vez. Había una vez un puente en La ciudad de Toledo España que representaba un punto estratégico para esta ciudad. Este puente era muy importante para el pueblo porque permitía a los habitantes cruzar el rio Tajo que usualmente tiene mucho caudal.
En 1353 Toledo se encontraba en medio de la primera guerra civil de castilla entre Don Pedro 1 y Don Enrique de trastámara y durante una de las batallas El puente de San Martin , el puente más importante de la ciudad, quedó seriamente averiado y casi destruido por la utilización de explosivos por parte de las tropas de Don Enrique.
Años después en 1390 el arzobispo don Pedro tenorio ordeno que la ciudad pagara por la reconstrucción de el puente de San Martin y para ello contacto al mas prestigioso de los arquitectos que ese momento existía.
Cuando el alarife (Así eran llamados los arquitectos en esos tiempos) llego a Toledo noto la parte central del puente estaba totalmente destruida. Como propuesta el arquitecto diseño un arco de 40 metros de ancho que requería un enorme andamio de madera para soportar la estructura durante la construcción.
El alarife comenzó a trabajar en el diseño y después de varios meses contrato un grupo de trabajadores para la construcción del puente. La obra avanzaba con rapidez, pero con el tiempo la esposa del alarife notaba que el estaba triste, callado y con mirada sombría.
Con el paso de los días la obra se acercaba mas y mas al momento en que la ultima piedra que cerraba el arco central debía ser colocada. Esta piedra llamada piedra angular le daba soporte al arco del puente y a partir de ese momento los andamios de construcción podían ser retirados.
La obra estaba a punto de terminar pero nada parecía cambiar el estado de ánimo del famoso alarife.. Su mujer que soportaba su mal humor día tras día, busco saber lo que a su esposo le provocaba ese ensombrecido estado de animo, hasta que un día el alarife abatido le contó lo que le quitaba el sueño y día tras día le abatía.
Le confesó que se había equivocado en los cálculos de cimentación del puente, y que cuando al darse cuenta había intentado subsanar el error cometido, era demasiado tarde. El sabia, a ciencia cierta, que cuando se quitase el andamio del arco central todo se vendría abajo y que él además de deshonrado habiendo arruinado su fama de Arquitecto, sería castigado por su negligencia.
Le comentó además a su mujer que había pasado muchas horas buscando una posible solución al problema, muchísimos cálculos matemáticos y no hallaba solución alguna, el mal no tenía remedios.
Su esposa trató de tranquilizarle, le prodigó sus más cariñosos consuelos y se dispuso a discurrir una posible solución para sacar a su marido de ese fatídico trance en el que se hallaba.
El noche anterior a la fecha programada en que la piedra angular sería colocada, una tormenta se desató en Toledo y la lluvia y los rayos mantenían la población en sus casas. Cuando de repente se oyó un estruendo por los lados del puente de San Martin. Cuando los primeros curiosos salieron a ver que había sido vieron que los andamios se habían convertido en una gigantesca antorcha y que ha falta de la piedra angular el arco central de 40 metros de luz se había desplomado sobre el río Tajo. La gran obra del puente se había perdido en solo unos momentos.
Al día siguiente la noticia de que un rayo había caído sobre los andamios del puente y que este se había quemado llevándose consigo toda la estructura de piedra corrió por todo el pueblo. El pueblo entero maldijo la mala suerte del arquitecto.
El Arzobispo al enterarse del hecho llamó al arquitecto y le ordenó que de inmediato se pusiera manos a la