Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

575. La vasija de Barro

Juan David Betancur Fernandez Season 7 Episode 5

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Juan David Betancur
elnarradororal@gmail.com

Había una vez un par de vasijas de barro que habían sido creadas hacia más de 50 años. Las dos vasijas de barro tenían una función muy importante desde su nacimiento. Debian acompañar a su dueña colgando de una vara hasta el pozo del pueblo que se encontraba a las afueras del pueblo en una pequeña colina. La zona donde este pueblo se asentaba era semi desértica y la única fuente de agua con la que el pueblo contaba era aquel pozo situado a casi 5 kilómetros desde las murallas que lo protegían. 

 

Todos los días las mujeres del pueblo tomaban su vara metálica, le colgaban dos vasijas de barro y recorriendo los casi  5 kilometros llegaban al pozo donde extraían el agua que requerían para su diario sustento.  Pues estas dos vasijas de barro gemelas habían recorrido el trayecto miles de veces y siempre cumplían cabalmente con su deber. Acarreaban el precioso liquido hasta la casa para saciar la sed de los moradores y cumplir con todas las necesidades de la cocina y el aseo. 

 

Un día después de un poco más de 50 años de cumplir con sus tarea una de las vasijas de barro, aquella que se transportaba en el lado izquierdo noto que su superficie se había resquebrajado levemente. Debido a esto un muy fino hilo de agua comenzaba a salir de ella y bajando por la superficie comenzaba a caer ese hilillo de agua hacia el suelo mientras su dueña iba caminando de regreso del pozo. 

 

La vasija izquierda, orgullosa como era de haber cumplido por tantos años con su labor, se sintió preocupada ya que nunca había dejado caer ni una gota de agua en todos sus años de vida. Inmediatamente pensó. Bueno me ha sucedido esto seguramente por la edad. Pero estoy segura que mi dueña lo notara y pondrá algún elemento dentro de mi que impida que el agua siga saliendo. 

 

Pasaron los días y la vasija se dio cuenta que la dueña no había hecho ningun esfuerzo por reparar la pequeña fisura y ahora la vasija estaba bien preocupada. Con curiosidad le pregunto a la vasija derecha si ella estaba intacta o si tenía también alguna pequeña rajadura. La vasija derecha se rio y le dijo… Yo no…. Nunca… Yo estoy perfecta como lo he estado desde el primer día. 

 

La vasija izquierda se sintió avergonzada ya que la respuesta de su gemela la dejaba más inquieta. Sabía que esa pequeña grieta la llevaba a perder una buena porción del agua durante el largo trayecto desde el pozo hasta el pueblo. Sabía que el agua era escasa y que se necesitaba cada gota que se pudiera llevar. Así que mil temores comenzaron a llenar su mente de barro. Pensaba que tarde o temprano la dueña se daría cuenta de la diferencia de agua acarreada en ambas vasijas y seguramente iría al mercado del pueblo en busca de otra vasija con que reemplazarla y ese día la desecharía y la dejaría abandonada en algún rincón de la casa. Y jamás jamás volvería a ser útil. Seria el fin de su vida como portadora de agua. 

 

Siguieron pasando los días y de nuevo no había ningun cambio. La dueña tomaba las dos vasijas las colgaba de su palo de madera y caminaba hasta el pozo, recogia el agua llenando las vasijas y caminaba hasta el pueblo. La vasija notaba que incluso la dueña cantaba durante el trayecto y en cada viaje aumentaba la preocupación de la vasija. Seria ese su ultimo viaje se preguntaba. 

 

Un día después de meditarlo la vasija izquierda decidio que debía aclarar de una vez por todas la situación con la dueña y terminar así con su angustia diaria. Tomando todas las energías posibles hizo algo que ninguna otra vasija en la historia se había atrevido a hacer. Hablo. Usando su boca de barro le dijo a la dueña cuando la iba a recoger. 

 

Dueña mia, espera tengo

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