Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
712. Gille Dubh (Leyenda Escocia)
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Juan David Betancur Fernandez
elnarradororal@gmail.com
Había una vez una niña llamada Jessie Macrae Jessie era muy vivaz con una curiosidad sin límites que la llevaba a explorar más allá de los confines de su hogar en las Tierras Altas de Escocia. Sus padres solían advertirle sobre los peligros del bosque, contándole historias de espíritus antiguos y seres misteriosos que habitaban entre los árboles. Pero el espíritu aventurero de Jessie no conocía el miedo.
Una cálida tarde de verano mientras su padre estaba trabajando en la hacienda de lord Mackenzie y su madre había salido a comprar comida, Jessie decidió adentrarse en los bosques cercanos a Loch Gairloch en busca de bayas silvestres. Con una cesta de mimbre en mano, caminaba alegremente por senderos conocidos, disfrutando de la luz del sol que se filtraba entre las hojas. En aquellos bosques había muchos pájaros y Jessie escucho el sonido de algunos y salió a tratar de observarlos. Caminando finalmente se encontró muy lejos de su casa.
El eco de las advertencias de sus padres resonaba en su mente mientras la penumbra envolvía el bosque y el sonido de los búhos comenzaba a dominar el paisaje desde lo alto de los arboles. . Jessie intentó regresar, pero cada paso la llevaba más lejos de lo familiar. El miedo se apoderó de ella, y las lágrimas comenzaron a brotar.
Asustada se sentó y puso su espalda contra el tronco de un árbol y allí se puso a llorar sintiéndose perdida y alejada de sus padres. La luna comenzaba a salir y su luz comenzó a llenar aquel lugar donde Jessie se encontraba. De pronto escucho algunos pasos extranos y Jessie cerro sus ojos esperando que esos pasos se alejaran.
Entonces, una voz suave como el susurro del viento entre las hojas rompió el silencio. Jessie se giró, sobresaltada, y vio emerger de detrás de un abedul a una figura envuelta en sombras: el Ghillie Dhu, el espíritu del bosque. Su cabello oscuro se confundía con la penumbra, y su cuerpo estaba cubierto de hojas y musgo. Sus padres le había hablado alguna vez de aquel ser del bosque pero ella siempre creyó que era una fantasía. Sin embargo allí estaba junto a ella.
—¿Por qué lloras, pequeña? —preguntó con voz serena, como el murmullo de un arroyo.
Jessie, aún temblando, respondió: —Me he perdido. No sé cómo volver a casa antes de que caiga la noche.
El Ghillie Dhu la miró con ternura. —No temas. Conozco este bosque como la palma de mi mano. Te llevaré a casa.
Con renovada esperanza, Jessie siguió al espíritu entre los árboles. Él se movía con la gracia de un ser encantado, mientras ella tropezaba tratando de mantener el ritmo. Durante el trayecto, el Ghillie Dhu le contó historias de magia antigua, de secretos escondidos en el corazón del bosque, y de criaturas que solo los puros de corazón podían ver.
Finalmente, salieron del bosque, y la casa de Jessie se alzaba bajo la luz plateada de la luna. Cuando se volvió para agradecerle, el Ghillie Dhu ya se desvanecía entre las sombras.
—No me olvides, Jessie Macrae —susurró el viento—. Soy el Ghillie Dhu, guardián de estos bosques. Llámame si alguna vez vuelves a perderte.
Paso el tiempo y Jessie vio morir a sus padres cuando ya era adulta. Se había encargado de la posada que sus padres tenían a la vera del camino que va entre Gairloch y Poolewe. Un día oyo voces recorriendo el camino frente a la posada y vio como un grupo de cazadores se aproximaban a su posada. Era el lord Mackenzie y un grupo acompañante. Todos estaban hablando de la próxima caceria cuando entraron al lugar pidiendo que se les sirviera bebidas y comida. Era la hora de la comida y todos querían comer algo antes de aventurarse en el bosque,.
Entre los visitantes algunos estaba